Lo que se debe y no se suele decir

jueves, 5 de abril de 2007

Capillitas

No pretendo juzgar a nadie. No me considero quién para hacerlo, sabiendo y teniendo muy claro que soy el primero que suele meter la pata y el primero que comete errores y se equivoca frecuentemente. Eso sí, el primero también que cada día intenta ser un poquito mejor, que intenta aprender y sacar conclusiones positivas. El primero que intenta vivir como piensa y no pensar como vive.

Me hace mucha, pero que mucha gracia vivir ciertas y muy tradicionales escenas de la Semana Santa, acentuadas este año por culpa del mal tiempo. Esas escenas de los tradicionalmente llamados "capillitas". Sí, esos que no pisan la iglesia en todo el año y lloran amargamente que "su Cristo" no salga. Esas personas que no guardan reparo en blasfemar constantemente (y no, no voy a poner ningún ejemplo) pero de las que luego brota un sentimiento y un amor incomparable hacia ese trozo de madera cubierto con mantos y túnicas. Esas personas que dicen pertenecer a una cofradía pero sólo acuden a ella a pasarlo bien, lucirse o incluso sacar tajada.

Está claro que la gente no es mala... sólo ignorante. Y de esta premisa parto, o intento partir siempre a la hora de valorar o enjuiciar una acción. No obstante, cuando a la gente se le intenta enseñar lo que no saben y ellas no se dejan, dejan de ser ignorantes para convertirse en necias.

Me gusta ver los pasos de Semana Santa. Intento salir en alguno de ellos. El Señor murió clavado a un madero por nosotros, por mí concretamente. No creo que aguantar unos kilos de más sobre mis hombros unas pocas horas un día al año me vayan a perjudicar. Pero a parte de eso, las estaciones de penitencia sólo me hacen pasar un buen rato mientras las veo. Esas costosas salidas dónde los tronos pasan justos por la puerta... aquellos que deben ser sacados de rodillas... ver como bailan al son de las cornetas y tambores... Todo ello me parece admirable y espectacular.

Persignarse al ver pasar una imagen Santa es lo menos que se puede hacer. Rezar algo, darnos un poco más de cuenta de lo que Él pasó por nosotros... pero para mi todo ello es lo de menos. Para dar la cara realmente... para eso están los domingos del año, la confesión frecuente, los ratos de oración delante del Sagrario, el Santo Rosario, ser bueno y hacer el bien al prójimo... a mi que no me intenten hacer creer que por sacar un paso, acompañarlo o llorar y pasar un berrinche cuando no sale esas personas deben llamarse cristianos. Si quieren tener la conciencia tranquila... allá ellos. Para mí no son mas que "capillitas andantes".