Lo que se debe y no se suele decir

miércoles, 31 de mayo de 2006

Nunca dejes para mañana...


"Primero voy a mirar el correo" o "mañana ya si eso me pongo". Estas frases las repetimos a menudo. Hoy me centraré en ello.

El verbo que alude a la actitud de retrasar las tareas prioritarias que no nos gustan o no sabemos como hacer es procrastinar.

El procrastinador sabe perfectamente lo que debería estar haciendo pero aún así lo posterga. ¿Por qué? Principalmente por tres motivos:

1) Falta de motivación: la tarea nos parece aburrida... la solemos retrasar para "darle emoción" o para esperar a estar "más inspirados".
2) Dificultad: la complejidad de la tarea nos supera.
3) Indecisión: no conseguimos decantarnos por ninguna solución de entre las posibles.

Las fases que habitualmente ocurren en el proceso de procrastinar tienen bastante parecido con estas:

1) "Está controlado": tenemos una tarea pendiente para la que nos han dado un plazo de 15 días, pero creemos que no nos llevará más de unas cuantas horas realizarla, aunque nunca lo hayamos hecho antes o ni siquiera hayamos calculado el volumen de trabajo que implica. Así que nos relajamos y nos dedicamos a cualquier otra cosa.
2) ¡No está controlado!: en un momento dado cruzamos la barrera de tiempo imaginaria y nos damos cuenta de que no todo está bajo control. Tenemos que ponernos a trabajar de inmediato si queremos llegar a la fecha prevista.
3) Llegamos por los pelos: cumplimos con el plazo in extremis o incluso con algo de retraso. Si encima el trabajo recibe elogios de quien lo recibe, nos reafirmamos en la idea de que sólo trabajamos bien bajo presión y, en vez de aprender de la experiencia, la próxima vez repetimos.

Es cierto que algunas tareas requieren de la "idea feliz" pero aún así no está de más seguir la máxima de Picasso: "que la inspiración me pille trabajando".

lunes, 29 de mayo de 2006

Qué me quede como estoy

Sin darnos cuenta, cada vez somos más esclavos de los chismes que nos rodean. Aunque no lo creamos, nos resultaría muy difícil vivir sin esos artilugios que nos dan comodidad, entretenimiento o que nos ayudan a relacionarnos con los demás.

Nuestra adición llega a límites desconocidos para la mayoría y sólo cuando se nos priva en parte de ellos es cuando lo descubrimos. Creemos que podemos vivir sin móvil, sin internet o sin videoconsola. Algunos también creen que serían felices sin su MP3, parabólica digital u ordenador portátil.

Es probable que se pueda ser feliz sin todo eso. También es probable que haya gente menos "enganchá" pero, ¿cuántos de los que lean esto sabrían vivir sin lo antes mencionado?

De pequeño me crié en un pueblo. Recuerdo que por las tardes salíamos a jugar a la calle porque gracias a Dios no existían las videoconsolas (y las que había eran objeto de lujo que la mayoría no podíamos permitirnos). Regresábamos a la hora prevista. No era necesario un teléfono móvil para que nuestra madre nos tuviera localizados cuando jugábamos, viajábamos o íbamos de campamento. Tampoco existía el MP3 y cuando dos personas iban juntas procuraban hablar y no aislarse con sus "egoístas" a los oídos. Para expresar emociones bastaba con ver la cara del otro y no era preciso usar emoticonos. A la gente lejana se mandaban cartas, que eran más lentas que los emails pero hacía más ilusión el recibirlas. En fin... son tantas las cosas que están cambiando...

Es curioso como las empresas nos crean unas necesidades que no necesitamos de las que nos hacen esclavos a medio y largo plazo y de las que a la postre no podemos renunciar.

Para los que somos adictos a alguno de estos bienes, que nos desvinculasen de ellos sería un duro palo difícil de llevar. Para las cosas de las que aún podemos prescindir... mejor intentar que siga siendo así.

jueves, 25 de mayo de 2006

Cerrado por vacaciones

A estas alturas de curso todos estaréis contando los días que quedan para que llegue el último examen, la última entrega. Yo, todos los años me preparo una lista con los días y los voy tachando conforme pasan. Es entretenido y te llena de ánimo. Bueno, en realidad este año no ha sido así... La lista es cierto que la hice, en realidad antes de Navidad, pero la excepción ha estado en no tachar de ella ni uno solo de los números. Este año no cuento los días que quedan para acabar porque para mi no acaba el curso sino uno de los ciclos de la vida.

Este año acabo la carrera y con ello dejo de ser universitario. ¡Qué vida la de estos últimos 5 años! ¡Qué vida la del estudiante! A poco que uno se organiza descubre como hay tiempo para todo: viajes, amigos, estudio, prácticas, deporte, formación... incluso para limpiar el piso, lavar la ropa y cocinar a diario. Sin embargo, intuyo que tras el verano todo esto va a cambiar.

Ya no sólo se tratará de organizarse mejor o peor sino de que las obligaciones laborales te dejen o no tiempo para hacer o deshacer. Sí, es verdad que ahora empezaré a tener mi dinero y que sí sé organizarlo podré comprarme una buena PDA, un MAC o quizás un BMW serie 3 compact... es más, quizás el próximo viaje a Roma no tenga ni que hacerlo en bus. Pero hay algo que por mucho que gane no podré comprar... tiempo.

Voy a ganar en comodidad y en bienestar pero sinceramente esto no es algo que me haya preocupado hasta ahora. Si no podía tener un compact... pues tenía un Focus y cuando ha estado roto había autobuses. En fin.

Tengo claro que esto es algo que llega y que por tanto se asume y punto. Es ley de vida. Sinceramente, cada vez lo llevo mejor.

No obstante es curioso observar a gente que (sin ser tontos) ni siquiera son capaces de terminar la ESO o el Bachillerato. Para estudiar una carrera tampoco es necesario ser un lince, basta con ser responsable y trabajador.

Lo llamativo de esta actitud no es que esa gente haya renunciado a llegar lejos el día de mañana o a ganar menos dinero a final de mes ya que una cosa puede no tener que ver con la otra. Sin embargo, lo que siento por estas personas que han podido estudiar pero no han querido, es que han renunciado a esta maravillosa étapa y han alterado ese ciclo de la vida; han renunciado a tener tiempo por comprar dinero y han querido hacerse mayores antes de lo previsto. Y, todo lo que sea alterar los ciclos de la vida, no es bueno.

Por mi parte, muy feliz y satisfecho, este ciclo lo cierro por vacaciones, seguramente las últimas de 3 meses que pueda tomarme hasta los 65.

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P.d. Post en agradecimiento a MNG, porque yo era de los que con 18 años dejaba los estudios.

miércoles, 24 de mayo de 2006

Llega el calor... vuelve el frío

Como todas las mañanas te levantas, subes la persiana de tu cuarto, ¿y qué ves?... ¡otro día resplandeciente!, el cielo es azul sin una nube. Abres las ventanas para respirar la brisa fresca de la mañana y… te encuentras con una bofetada de calor. ¡Menuda broza!, pero esto no baja tu animo.

Comienzas a pensar donde guardaste la ropa de verano. Cuando la localizas te das cuenta que la mayoría de las cosas o no te sirven o están en un estado bastante lamentable para ser puestas. Aún así te haces con tus viejos pantalones cortos, la clásica camiseta que luces todo el año (porque durante todo el año llevas camiseta de manga corta) y las chanclas de la piscina. Completas tu atuendo con unas gafas de sol, cuanto más grandes mejor, y una gorra bien calada e inclinada levemente hacia un lado. Estilo.

Sales de casa, y cuando pasas por delante del espejo del portal te das cuenta de lo blanco que estas después de haber pasado meses debajo de capas y capas de ropa sin que un rayito de sol tocase tu piel. El paseo desde el parking al edificio es como atravesar un mini desierto, ¡qué calor! Cuando entras al edificio y notas ese fresquito revives. Pero como todos sabemos, y solemos olvidar de un año a otro, esto dura poco. Llegas a clase donde tus compañeros están tan acalorados como tú. Las ventanas están abiertas. Bien. Pero de pronto comienza un ruido familiar… ¡La calefacción! No, no, no. Algo mucho peor. ¡El aire acondicionado!

En estos momentos recuerdas como vas vestido y te entra el pánico. Tus pies, enfundados en las chanclas de la piscina, se vuelven blancos y pierden la sensibilidad. En tus brazos y piernas comienza a hacer efecto ese fenómeno conocido como: piel de pollo. Comienzas a estornudar. Te sientes congelado… ¡bienvenido al frío del verano!

A partir de este momento tienes todas las papeletas para coger un catarro de comienzo de verano que te acompañará durante todos los exámenes finales.

Consejos:

Para no sufrir lo que te queda de curso tienes dos opciones:
A- Conseguir que toda la clase se ponga de acuerdo para que apaguen el aire (cuestión difícil. Siempre hay algún histérico del calor).
B- Llevar un set de supervivencia compuesto por ropa de abrigo y pañuelos.

C- Ponerte unos bellos calcetines sobre tus chanclas... (opción menos recomendable).

martes, 23 de mayo de 2006

La sin razón del miedo

Me resulta curioso observar como la gente tiene miedos, miedo a lo que frecuentemente le rodea o a las personas/cosas o circunstancias con las que convive. Más curioso aún me resulta que la gente se extrañe cuando afirmo que yo no tengo miedo a nada, ni a nadie.

Es cierto que algunas cosas pueden asustarme, no entraré ahora a decir cuales sí y cuales no, pero el susto es algo pasajero, algo "imprevisto", algo que ocurre y de lo que es imposible controlar la simple reacción de asombro o sobresalto.

El miedo va más allá. El miedo es algo que se crea uno y con el que convive a diario. El miedo es algo que al fin y al cabo no lleva a ninguna parte mas que ha hacer menos llevadero el día a día y ha hacerte un poquito menos feliz.

¿De qué sirve tener miedo? ¿A qué puede tenerse miedo en esta vida?

lunes, 22 de mayo de 2006

Escuchar música

Estamos acostumbrados a oír música, algunos lo hacemos incluso durante varias horas al día. No obstante, empiezo a descubrir que si oyendo música se disfruta, mucho más se hace escuchándola.

Y me he dado cuenta tras topar con Il Divo, grupo que aún sin hacer música comercial, sin grandes percusiones ni ritmos pegadizos y más aún, apostando por piezas de ópera o clásicas ha conseguido llegar a todo el público: joven, adulto y anciano, convirtiéndose en el único grupo que ha vendido más de 5 millones de su primer disco incluso sin publicar un solo single.

Y es que creo que hay que empezar a aprender a escuchar, a sentir, a experimentar sensaciones y sentimientos a través de la música y no sólo a disfrutar con ella. Y una vez consigamos esto, nos será mucho más fácil hacerlo también con los demás. Seguro que sí.